"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

lunes, 16 de septiembre de 2013

Noches eternas

¿No habéis tenido noches eternas? Sí, esas noches donde lo último que te apetece es dormir... Y te da por pensar. Y bueno... empiezas por lo que eres y por lo que no eres, por lo que tienes y por lo que no tienes, por lo que fuiste y por lo que puedes ser... Y te das cuenta que todo ha cambiado, que ya nada es como antes y que por mucho que lo intentes no volverá a serlo. Y da igual lo que tengas en ese momento, la gente que esté a tu lado y todo lo que hayas conseguido... porque te entra un sentimiento de dolor, tristeza y te sientes solo, porque en ese momento recuerdas todas y cada una de las promesas que os hicisteis como grupo, los "para siempre" finitos, las horas pasadas, todo lo vivido y todo lo que no vas a vivir con ellos. Y te sientes vacío. Miras el reloj. Las cuatro de la mañana. Pero ¿notas que tienes sueño? No. NO puedes dejar eso a medias, ir a dormirte con ese mal sabor de boca, soñar en el pasado. Das vueltas en la cama, no te queda otra. No te apetece hablar con nadie, no te apetece levantarte, no te apetece nada. Bueno... Quizás algo sí.

Y entonces ocurre, se te ocurre una cosa; coger los cascos, conectarlos, poner la canción esa que es tan personal que no se la has dedicado a nadie porque quieres guardarla para ti y subir el volumen. Notas como los primeros compases suenan en tu cabeza. Y eso te calma y empiezas a abrir la mente. Y notas como a lo largo de la canción a tu cabeza viene todo lo que has conseguido, todas las personas que siguen a tu lado, tus sueños, tu familia... Tu todo. Y acaba la canción y, al menos yo lo hago, suspiras. Pero suspiras sonriendo. Suspiras como pensando en dejar de volver al pasado y queriendo disfrutar del futuro con lo que tienes. Y es allí, sobre todo allí, cuando te das cuenta de la suerte que tienes.

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