"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

miércoles, 24 de febrero de 2016

Fin.

-¿Por qué suenas a despedida? -Susurré, mientras sentía que mi alma caía de rodillas- ¿Por qué suenas... a despedida? -Grité como si me ardieran los pulmones.

Te quedaste sorprendido, mirándome con los ojos muy abiertos y con los puños muy cerrados, intentando que el mar azul de tus ojos no se desparramase por tus mejillas. Hubo silencio. No sé si fueron dos segundos o dos horas, pero a mí se me hicieron como dos vidas. Tamborileabas con los dedos, nervioso, intentando buscar una respuesta correcta. Y fue ahí donde vi que tu respuesta correcta no existía y que, tal vez, nunca podría llegar a existir. 

-Quizás...-dudaste, dudaste como no te he visto dudar nunca por nada- Quizás porque, aunque no estoy seguro, creo que lo es.

Una chispa me recorrió toda la columna vertebral y explotó en mi cabeza. Será por eso que me sentía en ruinas. Me atreví a mirarte los ojos por primera vez. Juraría que había bruma en tu mirada... Y pude entender que sentías esto tanto como lo sentía yo. 

Nos abrazamos y traté de acompasar nuestros latidos, pero íbamos a ritmos distintos; tan distintos que nunca habría dicho que llegamos a ser un solo corazón. Mientras sentía tu abrazo en oleadas de frío y calor, traté de hacer lo que tantas veces había hecho antes. Me asomé, miré dentro de ti. Y vi el caos y entendí lo que querían decir los infinitos. Quise luchar, pero a la vez quise que fuéramos felices y cada vez las dos opciones estaban a polos más opuestos.

Di media vuelta y di un paso y luego di otro. Pero el tercero se me atragantó. Sentía que algo dentro de mí se tropezaba y se caía por las escaleras. Esperé otras dos vidas a que me dijeras "Quédate.", y mi mano aún tenía esperanza en que la cogieras con fuerza. Noté que se te atragantaba algo en la garganta y decidiste que hablara el silencio.

Al mismo tiempo, di el tercer paso y tú dijiste un tímido adiós. Cinco letras que encerraban cinco sentidos vividos juntos y un final que nunca pensé que llegaría. 

Nos fuimos cada uno por su lado; pero, como cuando nos separábamos hace apenas dos días, nos giramos durante un instante . Pero en vez de cruzar miradas y sonreír, no nos atrevimos ni a mirarnos a la cara. Y allí dejamos, en tierra de nadie, una eternidad juntos, madrugadas en vela, tres frases mal dichas y una parte de nosotros que nunca volverá a casa. 

Y ahora ando aquí, buscando lo que tú te llevaste de mí; con un verso en la punta de la lengua y muriéndome de ganas de decirte que te voy a echar de menos. Pero con la real convicción de que hacemos lo mejor poniendo este punto final. A nuestra historia perfecta. A nuestra historia. Y a nosotros sin más.