"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

miércoles, 7 de enero de 2015

Días de perros

¿Que quién es él? Realmente no lo sé. He escuchado muchas historias, pero no estoy seguro de que ninguna de ellas sea real. Es una persona de la que siempre he tenido curiosidad. El otro día me contaron otra versión de la historia de su vida y creo que es la historia más bonita que he escuchado en mi vida.

Él nació siendo un perro. Era el perro lazarillo de un hombre ciego. Aquel hombre no tenía a nadie menos a su perro. Iban a todos los lados juntos y cuentan que es una de las relaciones más íntimas que han existido. No veías a uno sin el otro, siempre juntos y aparentemente siempre felices. El ciego le contaba todo a su amigo y el perro parecía entenderle. Hasta que una fría mañana de inicio de primavera ocurrió algo que lo cambió todo.

El perro se extrañó cuando vio el sol tan alto en la ventana. Su dueño solía salir todas las mañanas a dar una vuelta. Incluso habían encontrado un pequeño rincón donde ambos estaban solos y felices. Entonces el perro se acercó a la cama y lamió la mano de su amo. Estaba más fría que de normal... se subió a la cama y empezó a acariciarle con su peluda cabeza. No se movía.  Entonces decidió hacer algo que nunca antes había hecho... empezó a ladrar. Primero flojito,  como intentando despertarlo.  Después más fuerte, creyendo que no podía oírlo. Y finalmente dolorido... Como sabiendo lo que realmente pasaba.

Los siguientes días fueron raros y tristes. Le llevaron a una extraña habitación hasta que vino un hombre que le llevó hasta casa. Un hombre que se parecía a su amo un poco... Su hijo. Fue un mes duro. El perro intentó apreciar a aquel hombre como apreciaba a su amo... pero no podía.  Aquel hombre no jugaba con el. Sus paseos no iban más allá que ir a la acera de enfrente. Y siempre que se acercaba a él parecía molestarle. Dejó de ser tan alegre y se volvió un perro triste. Incluso llegó a envejecer rápido.

Un día,  su nuevo amo le subió al coche. Parecía más serio de lo habitual... Llegó a un sitio donde solo había hierba e hizo bajar al perro. Acto seguido volvió a montar, arrancó el coche... y se marchó.

Al perro le costó reaccionar, no entendía nada. Se quedó esperando un rato, pero luego decidió llegar él hasta casa. Empezó andar y estuvo un buen rato andando... Poco a poco, sin prisa pero sin pausa. De repente llegó a un sitio que le sonaba.

Miró hacia todos los lados y olfateó con fuerza... no lo podía creer. Aún olía un poco a él... Se sentó sobre el banco. Aquel era su sitio, donde venían a pasear su antiguo amo y él, donde pasaban horas solos y felices. Se quedó un rato allí descansando, el viaje había sido largo. Y el ya estaba mayor para tanto trote.

Despertó y volvió a olisquear.  El olor seguía allí,  pero él no estaba. Además, ya él no era su dueño. Decidió volver a casa, desde ahí sabía llegar. Pero camino a casa se encontró a su amo cruzando la calle. Se acercó por la espalda y le ladró alegre, feliz por haberle encontrado.

Su amo se dio la vuelta sorprendido en medio de la carretera. Su cara no era precisamente de felicidad... ¿Cómo?... ¿Cómo había conseguido volver? Un claxon le hizo volver en sí. Se giró y vio de lleno un coche viniendo donde él. Cerró los ojos y se cubrió la cara con las manos. Esperó el momento del impacto, pero justo cuando iba a llegar, sintió un fuerte cabezazo que le hizo caer al suelo. Oyó un golpe, pero no sintió nada. El amo abrió los ojos y vio al viejo perro de su padre en el suelo delante del coche.

"¿Hola? ¿Me oyes?". El perro abrió los ojos y vio a su antiguo dueño. No podía ver más,  porque una luz blanca cegada lo demás.  "Estás en el cielo... Has muerto. ¿Me recuerdas? Soy yo. Tu antiguo amo". El perro se puso como loco de contento y se abalanzó sobre él. "Eres más bonito de lo que pensaba. ¿Sabes? Ya puedo ver bien... Y eres precioso" dijo el amo abrazando a su perro, mientras una lágrima le resbalaba por la mejilla. "Me gustaría abrazarte de por vida, pero no puedo, no puedes. No puedes quedarte aquí... No ha llegado tu momento. Tienes que regresar... ya tendrás tiempo de estar aquí".

Entonces ocurrió algo mágico.  El perro apareció sentado en el banco de su sitio. Miró alrededor y le pareció que algo era distinto. Miró sus manos y contó sus dedos... uno, dos tres, cuatro... ¡cinco! Se levantó y echó a andar... con dos piernas. No lo podía creer, se había convertido en un ser humano. Salió del parque y vio a la policía en un paso de cebra, con el cuerpo de un perro en los brazos y el hijo de su amo de pie con una pequeña herida de la cabeza. Era verdad. Había ocurrido. Era un hombre.

¿Que quién es él?  Realmente no lo sé. Pero me contaron que ahora se dedica a ayudar a los perros, que cada vez que ve uno, conectan de una manera de la que sólo pueden conectar dos perros. Y que si algún perro sufre por algo, escapa y va a buscarle. Y él consigue calmarle... Y él consigue cumplir lo que su amo le dijo, esperando el momento en el que se volverán a abrazar.