"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

miércoles, 19 de octubre de 2016

Pedazos

Podría mentirte y decir que es casualidad. Podría hacerlo. Convencerte de que este jueves ha sido mucho azar y pocas intenciones. Podría llenarme la boca de adjetivos positivos y de un nueva vida que me queda demasiado grande. De flores que nunca llegaron y de canciones que nunca se bailaron. Hacerte creer que no estoy rota en trozos más pequeños que las pestañas que caían sobre tu pecho y que estos últimos meses han curado tanto como años de sol sobre mi piel lisa. Podría. Pero después tendría que mirarte a los ojos y ver reflejado mi negro sobre tu verde. Y tendría que rendirme a la verdad.

He decidido entrar descalza, pisando las hojas secas de nuestro último otoño, escuchando como se rompen bajo mis pies en un crujido que recuerda a nuestro último abrazo. He pisado el suelo de baldosas sintiendo el frío mientras comprobaba los apuntes sobre mi paso por el invierno. Pero nada me avisaba del hielo que desprenden ahora tus manos. Hielo que me hace imposible sostenerme a ti mientras nos destroza el huracán. Hielo que sabe a resacas, a primeros lunes, a sábados sin ti.

Pero vengo yo aquí, a iniciar una revolución con Les Miserables en mi cabeza y mi miedo como trinchera. Haciendo injusticia intentando que abras tus puertas después de todo el destrozo que hicieron mis ejércitos. Será que me he vuelto loca del todo, no sé. O que se me da bien eso de luchar por causas perdidas. O quizás es que echo de menos amar sin restricciones. 

Ya estoy harta de rendirme ante tus labios, de ser incapaz de romper nuestras fotos, de que echar de menos tienda a infinito. Así que aquí me tienes, de puntillas y con todos tus para siempre de bandera blanca; esperando a que unas todos mis pedazos...

O acabes con ellos para siempre.

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