"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

martes, 30 de septiembre de 2014

Tu callejuela del romero

No sé si creerás que siempre que tengo que salgo a dar un paseo acabo en la misma calle. Y que, cuando paso por ella, todavía paso la mano por las jardineras, las únicas que tienen romero en toda la ciudad, y me la acerco a la nariz para oler ese aroma tan especial que tanto te gustaba. Y pensarás que es una tontería, pero cada vez que lo hago, se me empañan los ojos y no puedo evitar que alguna lágrima recorra mi cara. Pero con una sonrisa, tal y como te lo prometí.

Sé que ya ha pasado tiempo, pero todavía me cuesta. Me he acostumbrado ya a tener una cama de dos metros solo para mí, a preparar la cafetera solo para uno y a no preparar esas galletas que tanto te gustaban. A esas cosas tan cotidianas ya me he acostumbrado... Al fin y al cabo a todo eso me he tenido que enfrentar todos los días.

Lo que me supera son los detalles. Tu canción favorita, tu serie favorita, tu película favorita... Tu olor favorito. Esas cosas que me hacían y me hacen pensar en ti.

Y bueno, aquí estoy, en tu callejuela del romero, con la mano llena de agujas verdes y los ojos vidriosos, pero sonriendo como una tonta. Porque aunque duela, estos detalles es lo único que me queda de ti. Porque aunque duela, esta es la única manera que tengo de permitirme recordarte después de tu muerte... Porque aunque duela, esta es la única manera que tengo de ser totalmente feliz por un instante.

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