"La tortura de escribir, al fin y al cabo, es un castigo maravilloso elegido voluntariamente. Un castigo de libertad."
Alfonso Ussía

miércoles, 23 de abril de 2014

Oigo. Escucho. Callo. Silencio.

Entro. Te veo. Te observo. Me siento. Oigo. Escucho. Callo. Silencio. Recuerdo. Me levanto. Ando. Me siento. Preguntas. No respondo. Desapareces. Recuerdo. Dolor. Cierro los ojos. La veo. Mi madre. Mamá. Mamá recogiendo. Mamá haciendo la comida. Mamá canta. La oigo. La escucho. Lo oigo. La puerta. Un hombre. Entra. Me escondo. Va con mamá. Hablan. Mamá está asustada. Mamá llora. Lloro. Un ruido fuerte. Un grito. El hombre huye. Me levanto. Hablo a mamá. Oigo. Escucho. Callo. Silencio. Grito a mamá. Oigo. Escucho. Callo. Silencio. Ando. Voy con mamá. Sigo llorando. Había sangre. Mamá en el suelo. Mamá ya no canta. Me desvanezco. Dejo de recordar. Abro los ojos. Te veo. Oigo. Escucho. Callo. Silencio. Te observo. Cierro los ojos. Grito... Me desvanezco.

domingo, 20 de abril de 2014

Los monstruos no viven debajo de mi cama

Antes creía que los monstruos vivían debajo de mi cama, dentro de mi armario, en la esquina oscura de mi habitación. Que en cualquier momento iban a saltar a comerme y que solo taparme hasta la cabeza con la sábana podía protegerme. Temía a la oscuridad, a su negro profundo, a todo lo que podía esconderse ahí. Antes lo creía... Y no sabes cuánto lo echo de menos.

Ahora no tengo miedo de los monstruos de debajo de la cama. No tardé en darme cuenta de que no existían y de que lo que hay dentro de mi armario son chaquetas y jerseys. La oscuridad ya no es un peligro...

Ojalá pudiera decir lo mismo del silencio.

Poco a poco me voy dando cuenta de que los verdaderos monstruos llevan años creciendo en mi cabeza. Todas esas voces, todo lo que se esconde ahí dentro, eso que te hace plantearte si realmente llevas tu vida por el mejor camino.

Ya sabes, esas voces que te dicen que desistas, que nunca vas a conseguir tu sueño; que si todo va bien, puede cambiar en un momento; que la vida no siempre es justa. Todas esas voces. Esas barreras. Esos monstruos que tengo en la cabeza. Y, claro, como toda voz, se escucha mejor con el silencio... Y entonces es cuando empieza todo.

Volvemos a lo de siempre. Todo esto pasa porque crecemos. Dejamos los problemas superficiales por problemas más profundos. Y lo digo yo, que acabo de empezar a gatear en esto de la vida. Pero crecer es crecer... Y no podemos quedarnos mirando atrás.

Tenemos que luchar y demostrarnos a nosotros mismos que todos esos monstruos que viven en nuestras cabezas son los mismos que los que se escondían debajo de nuestra cama... Pura ficción.

viernes, 18 de abril de 2014

Y no te preocupes por nada más, que desde donde esté yo cuidaré de ti.

A mi nieto:

Te hablo para despedirme, ya sabes que dentro de un poco tendré que irme y no podré verte en mcuho tiempo... Así que pensé que te merecías un adiós en condiciones. Y créeme que si está siendo duro leer esto, no te imaginas lo que me tiembla a mí la mano mientras lo escribo.

Ha sido poco tiempo, tienes toda la vida por delante y yo ni siquiera te voy a ver acabar el instituto. No voy a conocer a tu mujer ni a los hijos que tendrás, ni a poder disfrutar de ellos. Es muy duro oír esto... Pero es la verdad. Aunque prefiero pensar lo que me llevo de ti.

Recuerdo el primer día, aquel frío día de octubre, cuando te vi por primera vez. Eras la cosa más pequeñita y más bonita de todo el mundo y dormías tranquilo en tu cuna. Poco a poco vi tus primeros pasos, tus primeras palabras, tus primeros juegos. Fuiste creciendo y yo a tu lado.

Siempre dicen que el vínculo entre un abuelo y un nieto es de los más especiales que puedan existir. Pero lo nuestro va más allá. No sabes lo que he disfrutado contigo, incluso cuando esta enfermedad llamó a mi puerta. Todas esas tardes viendo películas, hablando sobre temas sin importancia y jugando a cartas han sido de lo mejor que he vivido. Y todo es gracias a ti.

Y, bueno... ¿que no voy a ver el pedazo de hombre en el que te vas a convertir?, ¿que no voy a poder ver como eres feliz cumpliendo tus sueños?, ¿que no voy a estar cuando me necesites? No te preocupes... He visto tus comienzos, no dudo que llegarás a ser todo lo que te propongas. Porque tú puedes con todo.

¡Ah! Hazme un pequeño favor... Cuida de la abuela. Sé que todo esto le va a afectar mucho y necesitará que estéis allí para animarla. Y no te preocupes por nada más, que desde donde esté yo cuidaré de ti. Hazme el favor de no cambiar. Y que, dentro de muchos años, cuando podamos volver a darnos un abrazo, estés tan orgulloso de tu nieto como yo lo estoy de ti. Te quiero.

domingo, 13 de abril de 2014

¡Por China!

Dicen que el último año antes de la universidad es un año de puntos y final, de cerrar ciclos. Ya sabéis, de despedirte de tu clase y de tu gente de toda la vida. Y esto es cierto, no voy a mentiros. Pero yo este año he empezado una nueva aventura, he comenzado un ciclo.
Muchos no lo entenderéis, pero tampoco necesito que lo hagáis. Pero cada sábado, cuando una manada de niños baja corriendo las escaleras a la sala de juegos, me vuelven los sentimientos del primer día, cuando, hecho un manojo de nervios, comencé la aventura de ser monitor de tiempo libre. Desde entonces no he parado. Pero es que no sabéis el bien que te hacen esos pequeñajos, cuando te vienen con una sonrisa a darte un abrazo o cuando te piden que sean tú pareja en el futbolín.
Pero, como casi todo camino, tienes que tener compañeros de viaje. Y yo no puedo tener mejores. Todo ese equipo de monitores, una pequeña familia. Esos que te apoyan cuando tienes un día de bajón, los que te abrazan cuando lo necesitas y con los que ríes en los mejores momentos.
Mucha gente, para celebrar el inicio de la vacaciones, habrá salido de fiesta este fin de semana. Yo he estado salvando China. Bueno, más exactamente me han secuestrado y me han tenido que salvar. Pero eso no importa. Lo importante es que ha pasado mi primera Gaueko y ahora, tras un poco de descanso, me encuentro con los sentimientos encontrados.
Han sido semanas de duro trabajo. De preparar guion, decorados, juegos... Pero, ¿sabes? Ahora mismo no me acuerdo de eso. Solo me acuerdo de la cara de los niños al verlo. De sus risas, sus caras de asombro y sus caras de aburrimiento después de una de mis chapas de guion. Bueno, de eso y de todos los buenos momentos que hemos pasando preparando todo. Y, en este momento, me he dado cuenta.
Tengo los mejores compañeros de viaje a mi lado. Eso sin duda. Fíjate que han conseguido vencer a los hunos y rescatarme. Y ahora, llenando el álbum de recuerdos que recién acabo de estrenar pienso en todo lo que me queda por vivir... Y no siento más que ilusión.
Solo me queda agradecerles a ellos. Los que me han hecho sentir tan a gusto desde el minuto uno. Los que me han hecho vivir tantos momentos buenos. Y quiero hacer una mención especial a esos dos monitores que tienen la primera parte del álbum casi completa. Gracias por enseñarme tanto y por ayudarme a empezar. Estar con vosotros en Interior ha sido un verdadero lujo, de verdad... Todas las horas con vosotros eran geniales y, aunque nos pongamos gordos por no parar de comer paquetes de bocabits y cheetos pandilla, repetiría está comisión una y otra vez. Y que se os va a echar de menos, porque sois dos monitores como no los hay.
Así que ahora, con horas de sueño acumuladas, un montón de disfraces y cosas que recoger y una galleta de la suerte en el bolsillo, sólo puedo sentirme feliz. Por poder vivir está aventura, con los chavales... Y con este gran equipo. Gracias, de verdad.